Las palabras debieran inspirar un poco de respeto. Recordar que encierran realidades, que mientan hechos y generan expectativas. Un escritor puede soportar la estafa de un poema o un ensayo, pues a las primeras líneas puede darse la vuelta y cerrar el libro. Donarlo a una biblioteca pública y contribuir al “bien común”; y después recibir —placenteramente— la carta de agradecimiento del director de la biblioteca. Pero lo que resulta inaceptable es que una institución engañe, y encima lo realice con total impunidad. Viajar desde Bueno Aires hasta Rosario (4 horas en ómnibus), buscar durante 4 horas un cuarto de hotel barato —que siempre tienen sobredemanda—, con el espíritu de aventurero y la finalidad de conocer la Feria Latinoamericana del Libro Rosario 2008 y encontrarse con que la Feria Latinoamericana del Libro Rosario, de latinoamericana no tiene nada. Incluso se podría discutir que sea una feria nacional de libros. Es menos que eso. Una pírrica feria que agrupa algunos stands (45, según un folleto informativo), la mayoría raquíticamente provistos de libros —ya no digamos de buenos libros. No es sólo que sea una feria pretenciosa —las pretensiones pueden lograr cuajar— sino que es una estafa. Nada tiene de latinoamericana y encima cobran 6 pesos por ingresar (digamos, tanto como perderse la posibilidad un café y una triada de medias lunas rosarinas). Quienes la organizan han de pensar que sus visitantes son unos zonzos.
jueves, 13 de noviembre de 2008
La Feria Latinoamericana del Libro Rosario 2008 (Argentina): entre truhanes y zonzos
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