viernes, 8 de abril de 2011

Sobre Malasangre en su 2° Aniversario


La poesía es ante todo un fenómeno social. Esta obviedad no es tal cuando se intenta recuperar su configuración precisa, el zigzagueo de sus formas, los alaridos de su garganta. El poeta, quiéralo o no, sépalo o no, rezuma, a su manera, los alientos sociales, los humores de la noche, las penurias urbanas y las palabras clandestinas. Estos desplazamientos acontecen en el impreso, pero también son escenificados en espacios como Malasangre. De aquí la importancia de preservar estos espacios. Hoy, Malasangre, en su segundo aniversario, es la otra casa de muchos poetas y artistas. Para no perder, para no volver a contar el cuento “Había una vez...”, es fundamental que Malasangre obtenga su permiso como centro cultural. Los espacios como Malasangre, gestados con tanto espontaneidad, independencia, autogestión y coraje, suelen vivir en lo precario y la cotidiana incertidumbre. El temor de la clausura por parte del ayuntamiento de Guadalajara ronda el ambiente. El terrible ojo del Polifemo tapatío observa con hambre. Por ello, quizás habría que dejar de ser indiferentes y, al menos, movilizarse en las redes sociales. Las cosas no sólo mueren por la insensibilidad de la burocracia, sino también por la indolencia social. Exigir. No callar.

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